La crisis financiera que estamos viviendo está abriendo muchos debates. Uno de ellos es si la actual crisis ha sido motivada por la innovación financiera.
La innovación financiera tuvo un gran impulso a partir de los años sesenta, expandiéndose por todo el mundo y fortaleciéndose a partir de 1973 con la creación de la Bolsa de Opciones de Chicago.
Varios son los motivos que han motivado la aparición de la innovación financiera, como pueden ser:
- La necesidad de manejar la volatilidad creciente en las tasas de interés, inflación, tipos de cambio, precios de acciones y bonos.
- Evitar las regulaciones y la tributación inadecuadas.
- Los avances tecnológicos.
- La globalización de las relaciones financieras.
Los productos y las funciones de la innovación financiera se han destinado:
- A la asignación de los riesgos a aquellas personas más deseosas y capaces de asumirlos. Ejemplos como opciones, futuros, swaps, etc.
- Como medios de pago y de depósito de patrimonios. Las tarjetas de crédito y los cajeros automáticos, etc.
- A proporcionar medios para obtener intereses dividendos y ganancias de capital por el dinero invertido, de manera que las instituciones y los instrumentos financieros fomenten el ahorro. Fondos de inversión, fondos cotizados, fondos de alto riesgo, etc.
- Transferir el ahorro procedente de residentes nacionales o extranjeros a inversiones productivas. Títulos con garantía de activos, vehículos estructurados, capital riesgo, etc.
En los últimos años hemos visto un crecimiento desmesurado de algunos de estos productos, especialmente de los derivados (opciones, futuros) y de las titulizaciones. Algunos de estos productos se han destinado a evadir regulaciones, como los productos para sacar las hipotecas de los balances de los bancos transfiriendo los riesgos. El debate que ahora se plantea ahora es si ¿La innovación financiera ha contribuido al crecimiento económico?
Según Paul Volcker, antiguo presidente de la reserve federal:
“Se puede innovar en todo lo que se quiera, pero dentro de una estructura que no ponga en riesgo al conjunto de la economía”.
La innovación financiera ha ayudado a mejorar la asignación de recursos y aunque no consigue disminuir el riesgo global, sí consigue repartir el riesgo posibilitando y ampliando las inversiones productivas. Permite que determinados agentes se especialicen en unas funciones financieras (gestión del riesgo, inversiones, etc.) posibilitando que las personas y empresas sólo se tengan que preocupar de realizar su actividad productiva. Por ejemplo una empresa europea que tenga en un futuro grandes compromisos en dólares puede contratar un forward de tipos de cambio para cubrirse del riesgo y poder centrarse en su actividad normal. Esto sin duda, mejora la productividad y la actividad económica.
Sin embargo, los políticos y los reguladores tienen que ejercer un control destinado a actuar rápidamente contra productos y prácticas que permitan la formación de burbujas de activos. Especialmente, han de ser vigilantes ante determinados activos o instrumentos financieros que crecen de manera muy rápida y que pueden poner en riesgo el sistema financiero y por ende la economía real.
Por lo tanto, los gobiernos más que adoptar un enfoque de regulación preventiva que pueda frenar los posibles beneficios de la innovación financiera, deben ser diligentes ejerciendo una vigilancia y supervisión de cualquier producto que pueda provocar desequilibrios y crisis como la vivida.
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